Hoy soñé con Simon.
Me acosté con la cabeza llena de angustias e intentos de escaparme de mis propios pensamientos. Los últimos meses han sido de los peores que hasta ahora recuerdo. Hace cinco meses que no duermo sin pensar más que en lo que acaba de pasar y tal vez en el lindo clima del día siguiente que pienso disfrutar nadando. Hoy sólo pienso en cómo deshacerme de la gente que me hace daño. En los últimos meses he aprendido a odiar, y eso está mal.
Por eso mis ojos se cerraron y me transporté al único lugar donde no me importa nada más que disfrutar cada día de mi vida.
Estaba sentado en una especie de bus de dos pisos con gente que no conocía. Escuché a dos suizas hablar de su país y les pregunté de qué ciudad eran, no recuerdo el nombre, era un sueño. Ellas me preguntaron de dónde era, no sé cómo se desarrolló la charla pero terminamos hablando de que yo había hecho un año de intercambio en Zürich, Suiza.
- Wow, ¿entonces hablas suizo alemán?
- Ja voll (sí claro).
- Und häsch guet glernt? (“¿Y lo aprendiste bien?”) – me preguntó una de ellas.
- Ja, glaubi, also…ich han muäsä zerscht Hochdütsch lernä, dann Schwiizerdütsch. Ich galub ich red fascht perfekt, also, wenn ich mit d andere Ustusschueler vergliiche (“Sí, yo creo, o sea…primero tuve que aprender alemán estándar, luego suizo alemán. Creo que hablo casi perfectamente, digo…si comparo con los otros de intercambio”) – No sé por qué dije lo que dije. Hace tanto tiempo que no hablaba en suizo alemánen un sueño, y me acuerdo perfectamente todo lo que dije, aunque no todo haya sido cierto.
Entonces apareció de la nada Simon, mi hermano. Se acercó por afuera del bus. Por alguna extraña razón era más alto que el bus de dos pisos, supongo que porque en la realidad sí es muy alto y yo lo exageré en el sueño. Se asomó a hablar con una de las suizas y me vio. Ambos nos quedamos atónitos.
- ¡Simon!-, me lancé hacia él, lo abracé tan fuerte como pude y empecé a llorar ese mismo momento. Ni siquiera yo me lo esperaba.
- ¡Te extraño!- le dije en castellano, pero luego recordé que él no entendía- Ich vermiss dich! Ich vermiss dich so vil! (“¡Te extraño!¡Te extraño tanto!”)
No sé por qué, tal vez mi subconsciente sí, pero no le dije “te extrañé”, sino “te extraño”, como si aún estuviera lejos de él. Creo que estaba consciente de que todo era irreal y en verdad estábamos lejos.
Nos abrazamos mucho tiempo mientras yo lloraba. Simon era tan alto que mis piernas colgaban. Él no decía nada. Nos soltamos, mi hermano me miró y retrocedió un poco, seguía sin decir nada. Caminó hacia una puerta y me di cuenta que tenía que seguirlo. Olvidé por completo al bus y a las suizas.
Mi hermano suizo tiene 19 años y es de Zürich, estudia para ser carpintero. Ama el deporte. Recuerdo cuando me enseñó a hacer snowboard. Me dio instrucciones para no resbalar por la montaña y luego subió conmigo en el teleférico especial para esquí y snowboard. Fue la única persona con la que nunca caí. Los dos éramos los más flojos de la casa y los únicos que salían a fiestear.
Cuando llegué a la puerta de ese lugar mi hermano me dijo algo:
- Papi und Mami sind dett (“Papi y mami están ahí”).
Miré el interior del lugar. Era un aula llena de gente, no le presté atención en absoluto a la gente que estaba sentada ahí, no sé si eran hombres o mujeres ni qué edad tenían, sólo buscaba a mis padres. Los encontré muy cerca de mí, al frente de todos los demás, sentados en unas sillas. Al parecer ellos dictaban la clase. Mi papá estaba dándome la espalda y no se dio cuenta de que yo estaba ahí, pero mi mamá estaba al frente mío y cuando la vi ella percibí que ya me había visto. Se quedó sonriendo mucho tiempo. Ella tampoco podía creerlo.
Desperté.
Aún tengo grabada en la mente la imagen de mi hermano y cómo me puse a llorar mientras lo abrazaba.
A veces el odio me desvía y me hace olvidar de lo que realmente importa: la gente que quiero. No me queda más que seguir el camino que quién sabe quién me puso delante. No es suficiente con llegar hasta el final, tengo que ir más allá.
Hay gente que me ha enseñado este tiempo que la fuerza y la inteligencia están en los que pelean por lo que piensan y lo defienden sin importar las consecuencias, y no en la gente que defiende sus intereses. A veces es necesario salir al frente y decirle a los demás las verdades en su cara, demostrar valentía y grandeza, “utilizar las mentiras para decir la verdad”. Hay en especial una persona que me ha ensañado que con una mente brillante, una enorme personalidad, una gran actitud y humor de sobra se puede llegar más lejos de lo que todos esperan. Intenten superar eso.
Me he dado cuenta de que no necesito odiar a nadie porque esa gente no me llega ni al talón, y nunca lo hará.
“…yo en realidad no he hecho otra cosa, en mi vida, más que llevar hasta las últimas consecuencias lo que vosotros no os atrevéis a llevar hasta la mitad, estimando, además, razonable vuestra cobardía, y con el consuelo de que os engañáis a vosotros mismos. Así resulta que yo estoy más vivo que vosotros”
- Fíodor Dostoievski
El anverso del horror
Hace 8 meses
1 Comment:
No se trata de odiar, sino de utilizar escudos para evitar que la mala onda de algunos nos afecte. Tu fortaleza y tu capacidad de lucha se han puesto a prueba en estas dos últimas semanas. Conseguiste lo que conseguiste con inteligencia, potencia, agresividad y persistencia. Aplastaste la mediocridad y la mezquindad y de esta manera continúas en el camino de cincelar tu personalidad y perfeccionar tu espíritu.
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