Bastante me costó descubrir que sólo con ver el lago miles de cosas pueden salir de mi cabeza, pero más me costó descubrir cuáles son las que valen la pena, cuáles no, y cuáles puedo contárselas al mundo.
Al fondo se ve un barco de dos pisos con lujosas luces encendidas dentro y fuera del mismo, navegando por ahí, cruzando el lago de una orilla a la otra. Más a la derecha se ven pequeños veleros haciendo carreras cerca de los puertos y debajo de los puentes. En el muelle hay un barco enorme preparando motores para zarpar, quién sabe hacia dónde. Justo al frente se ve un trozo de tierra que resalta en la orilla, donde un faro pequeño da señales a los barcos de todo el lago. Mis pies están quietos, parados el borde del puente. Miro hacia abajo y veo los gansos buscando migas en el agua gris, a causa del reflejo del cielo nublado. Hace un día ventoso pero tranquilo, normalmente la gente aprecia más los días veraniegos que los días como hoy...hoy...hoy cumplo seis meses exactos en este lugar.
Me doy la vuelta y veo el otro lado de la ciudad. Cruzando la calle y llegando al otro borde del puente se aprecia uno de los lugares más bellos del mundo. El Limmat, un río que da al lago que ahora está a mis espaldas, casi inmóvil, brilla como por sí solo. Un puente tras otro unen la ciudad medieval con la ciudad moderna, iluminando el agua que sostiene montones de barquitos. A la izquierda se ven dos puntas enormes, una turquesa y otra negra, apuntando a un cielo enorme y puro, y debajo de ellas dos enormes relojes con manecillas del tamaño de varios hombres. Al otro lado está la catedral, con sus dos torres enormes de las que se admira todo el paisaje. Casa por casa y calle por calle uno ve un mundo conservado desde hace siglos, hermoso, tranquilo, limpio, alegre. No hay mucho más que pedir estando en semejante lugar. Pero por qué te dejé? Por qué vine hasta este puente entre un lago y un río?
No es que te dejé para llenar mi cabeza de cosas que cualquier otra persona puede encontrar. Vine justo por ti, para averiguar cómo es eso de que el infinito sí existe, y descubrir cómo se hace para que la eternidad se haga realidad y se encienda en nosotros. Cada vez que esas cosas salen de mi cabeza, los barcos, los veleros, los faros, los gansos, las iglesias, sus relojes, el río, las casas antiguas, las calles, el cielo, y siento esa tranquilidad, es que estoy aprendiendo a hacer de lo nuestro eterno e infinito.
"Yo volvía loco super chiflado, pasado, de vino; y ella se volvía loca en la cama...pero con otro tipo. Lo maté y ella tiró mi guitarra, al fondo, del río, ni siquiera me detuve a pensarlo, y le clavé un cuchillo. Fue por amor, fue por amor, fue por amor...por amor a mi guitarra"...tú eres mi guitarra y éso es lo que haría por ti.
Al fondo se ve un barco de dos pisos con lujosas luces encendidas dentro y fuera del mismo, navegando por ahí, cruzando el lago de una orilla a la otra. Más a la derecha se ven pequeños veleros haciendo carreras cerca de los puertos y debajo de los puentes. En el muelle hay un barco enorme preparando motores para zarpar, quién sabe hacia dónde. Justo al frente se ve un trozo de tierra que resalta en la orilla, donde un faro pequeño da señales a los barcos de todo el lago. Mis pies están quietos, parados el borde del puente. Miro hacia abajo y veo los gansos buscando migas en el agua gris, a causa del reflejo del cielo nublado. Hace un día ventoso pero tranquilo, normalmente la gente aprecia más los días veraniegos que los días como hoy...hoy...hoy cumplo seis meses exactos en este lugar.
Me doy la vuelta y veo el otro lado de la ciudad. Cruzando la calle y llegando al otro borde del puente se aprecia uno de los lugares más bellos del mundo. El Limmat, un río que da al lago que ahora está a mis espaldas, casi inmóvil, brilla como por sí solo. Un puente tras otro unen la ciudad medieval con la ciudad moderna, iluminando el agua que sostiene montones de barquitos. A la izquierda se ven dos puntas enormes, una turquesa y otra negra, apuntando a un cielo enorme y puro, y debajo de ellas dos enormes relojes con manecillas del tamaño de varios hombres. Al otro lado está la catedral, con sus dos torres enormes de las que se admira todo el paisaje. Casa por casa y calle por calle uno ve un mundo conservado desde hace siglos, hermoso, tranquilo, limpio, alegre. No hay mucho más que pedir estando en semejante lugar. Pero por qué te dejé? Por qué vine hasta este puente entre un lago y un río?
No es que te dejé para llenar mi cabeza de cosas que cualquier otra persona puede encontrar. Vine justo por ti, para averiguar cómo es eso de que el infinito sí existe, y descubrir cómo se hace para que la eternidad se haga realidad y se encienda en nosotros. Cada vez que esas cosas salen de mi cabeza, los barcos, los veleros, los faros, los gansos, las iglesias, sus relojes, el río, las casas antiguas, las calles, el cielo, y siento esa tranquilidad, es que estoy aprendiendo a hacer de lo nuestro eterno e infinito.
"Yo volvía loco super chiflado, pasado, de vino; y ella se volvía loca en la cama...pero con otro tipo. Lo maté y ella tiró mi guitarra, al fondo, del río, ni siquiera me detuve a pensarlo, y le clavé un cuchillo. Fue por amor, fue por amor, fue por amor...por amor a mi guitarra"...tú eres mi guitarra y éso es lo que haría por ti.
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